miércoles, 10 de noviembre de 2010

Teorema (Pasolini, 1968)


Es necesario inventar nuevas técnicas, imposibles de reconocer.
Que no se asemejen a ninguna operación precedente.
Para evitar la puerilidad y el ridículo.
Construirse un mundo propio, sin posibles comparaciones.
Para el que no existan medidas previas de juicio, que deben ser nuevas, como la técnica.


Nadie debe comprender que el autor no vale nada.
Que es un ser anormal, inferior.
Que como un gusano, se retuerce y estira para sobrevivir.
Nadie debe tacharlo de ingenuidad.
Todo debe parecer perfecto, basado en reglas desconocidas.
Y por lo tanto, no juzgables.
Como un demente, sí, un demente.



Vidrio sobre vidrio, porque no soy capaz de corregir nada.
Y nadie debe advertirlo.
Un trazo sobre el vidrio.
Corrige, sin ensuciarlo, un trazo pintado antes sobre otro vidrio.



Pero todos deberán creer que no es el ardid de un incapaz, de un impotente.
Sino una decisión resuelta, impertérrita y casi prepotente.
Nadie debe saber que un trazo sale bien por casualidad.
Por casualidad y temblando.
Y que apenas un trazo sale bien, por milagro.
Hay que protegerlo y custodiarlo, como una reliquia.
Pero nadie debe advertirlo.


El autor es un idiota tembloroso, un desecho.
Vive en el azar y el riesgo, avergonzado como un niño.
Ha reducido su vida a la melancolía ridícula de quien vive degradado por la impresión de algo perdido para siempre.

P.P.P.

No hay comentarios:

Publicar un comentario